DOI: http://dx.doi.org/10.18634/sophiaj.19v.1i.1388

 

Artículo editorial

Educación crítica y divulgación científica en las

bibliotecas públicas

 

Catherine Rendón Galvis

 

Maestra en Producción Editorial de la UAM en México y Especialista en Promoción de la Lectura de la Universidad Veracruzana, en México también.

ORCID: https://orcid.org/0000-0002-3184-6071

La ciencia no es para la satisfacción del científico individual ni para divertir a los intelectuales. Si la sociedad nos sustenta es para beneficio de la

sociedad.

Mauricio Swadesh

 

 


Sin información no hay opinión. Esta premisa, aunque parece obvia, puede evidenciarse en la actualidad con temas que nos competen a todos: la guerra en Gaza, el uso de transgénicos, la minería, las hidroeléctricas, entre tantos temas que son de carácter científico, público y social, y de los cuales es necesario que toda la sociedad sepa y entienda para tomar decisiones y tener opción de elegir, con fundamentos, cuál es la mejor opción desde una postura individual pero también en beneficio de un colectivo. Para que las personas puedan opinar, primero tienen que informarse, pero, cómo puede la sociedad informarse y conocer sobre temas de carácter científico; la respuesta podría parecer sencilla y decir tan solo que cada persona tiene la capacidad de documentarse e instruirse por cuenta propia; sin embargo, en el plano real esto no sucede y es ahí cuando el papel de la divulgación científica es fundamental y espacios como las bibliotecas, sea públicas, privadas, especializadas o universitarias pueden convertirse en escenarios de difusión pero también de construcción y creación del conocimiento.


 


En la Edad de la ciencia, como la llama Revel (2012), la comunicación del saber está organizada en tres esferas: investigación, enseñanza y comunicación pública. Esta última, es parte del compromiso que asume el investigador: comunicar los resultados. La difusión desde la institucionalidad del conocimiento fuera de la comunidad científica se efectúa por otras vías pedagógicas como la educación informal en las que el público tiene contacto con los conocimientos producidos por la investigación y el saber práctico.

Hablar de bibliotecas y divulgación científica significa reflexionar cómo las bibliotecas pueden ser escenarios para divulgar, promover y difundir el conocimiento, y con ello construir ciudadanía. Para ello, revisaremos de manera general la historia de la divulgación científica, el papel que tiene el divulgador y la cadena que hay de divulgadores de la ciencia, los cuales permiten que el conocimiento sea más asequible a las comunidades.

Para iniciar diremos que la divulgación científica tiene que ver con toda tarea de procesar y difundir el conocimiento de un modo que resulte accesible para un público no especializado; Raichvarg y Jacques (1991) dicen que la divulgación de la ciencia es “un complemento indispensable de la historia y de la filosofía de las ciencias, en el sentido que suscita nuevas cuestiones: por qué, para quién y cómo una ciencia, en un momento dado, fue difundida en el tejido social de una época; qué personas se apropiaron de esta ciencia en una determinada época y por qué medios”.

La ciencia durante la historia ha facilitado que las personas se apropien de los conocimientos, así mismo, está relacionada con el conocimiento universal del mundo y la educación de las personas. Para que dichas investigaciones, descubrimientos y hallazgos hechos por científicos lleguen a toda la población es imprescindible la claridad del lenguaje y la utilización de términos y expresiones que puedan ser comprendidos por cualquier tipo de público. El objetivo de la divulgación científica es facilitar que las personas puedan comprender los conocimientos básicos relacionados con la ciencia y la tecnología, teniendo en cuenta la heterogeneidad del público receptor de la divulgación; un público que, sin ser especializado, posee una formación científica que le permite la comprensión de conceptos y relaciones abstractas y también aquellos que no han adquirido esa formación, pero cuyo interés puede despertarse con una comunicación científica seria y comprensible.

En el libro de Cortiñas (2006) se cuenta la historia de la divulgación científica; el autor describe y detalla cuatro tradiciones (italo-renacentista, francesas, prusiano-alemanas y anglosajonas) fundamentales en la divulgación científica de Occidente. La primera, es heredera del pasado grecolatino, nace con el humanismo integral de la Italia del Renacimiento y se personaliza en Galileo, conocido como el primer divulgador científico. La segunda es la tradición francesa de los siglos XVIII y XIX, que tiene sus orígenes en la Ilustración y continúa con Flammarion, uno de los mayores divulgadores del siglo XIX.

En tercer lugar, la tradición centroeuropea de origen prusiano, donde aparecieron Goethe, Schrödinger o Einstein, uno de los hitos de la divulgación justo antes de que el nazismo cambiara el curso de la historia. Por último, la tradición anglosajona de divulgación sobresale en el siglo XIX en el Reino Unido, con Darwin y Faraday, y domina el siglo XX, básicamente, desde los Estados Unidos. El poderoso siglo XX anglosajón dio autores tan populares como Gamow, Asimov, Sagan o Gould.

Esta historia que propone Cortiñas (2006) evidencia que sí hay una necesidad de que las personas conozcan los avances; ya desde Galileo se habla de divulgación científica al evidenciar que en sus textos buscó una claridad en el lenguaje, es decir, un uso sencillo y concreto además de que fueron escritos en latín, un idioma masivo y de fácil acceso en la época.

Ahora, teniendo en cuenta que hay un interés por la divulgación científica, y que este interés ha aumentado en el siglo XXI se abre el interrogante de a quién le compete la divulgación o si solo depende del científico; en ese sentido, como dice Guerrero (2011), la labor divulgativa es interdisciplinar y la realizan tanto científicos como docentes, comunicadores, técnicos, y la figura que actualmente se conoce como divulgador científico. “Los contenidos que resultan interesantes para divulgar son los descubrimientos y los avances científicos como el hallazgo del Bosón de Higgs, pero también teorías o hipótesis más o menos establecidas, como la de la evolución de Darwin o la de la relatividad de Einstein”. Por otra parte, también se divulgan contenidos dedicados a disciplinas enteras de la ciencia como puede ser la Astronomía; esto no significa que no se puedan difundir pequeños avances o descubrimientos que parezcan insignificantes comparadas con las anteriores.


¿Cómo podría este tipo de conocimientos hacer parte de las bibliotecas para su tarea de divulgación y a su vez de generar conocimiento desde lo experimental? La respuesta la veremos desde dos casos particulares de realización de esta tarea llevada a cabo en dos redes de bibliotecas públicas. La primera es el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín, en Colombia, el cual realiza un proyecto llamado Bibliolabs. Este proyecto funciona en red con las bibliotecas de la ciudad y sus usuarios a través de la experimentación con la tecnología y la ciencia desde una narrativa multimodal; trabaja desde sistemas informativos del código abierto, software libre, mapas digitales de los territorios, programación de interfaces para visualizar información creada con la comunidad y medios sonoros con relatos de las locaciones; cada iniciativa que crea la comunidad pueda ser compartida, modificada y adquiere un carácter de creación permanente.

También el Sistema de Bibliotecas tiene un equipo de trabajo que se articula con los diversos institutos de investigación científica para que en las bibliotecas vayan los científicos o divulgadores y puedan compartir con las personas no solo los hallazgos sino también desde talleres experimentales puedan comprender cómo funcionan ciertos temas. Así mismo, generan plataformas de difusión de los nuevos hallazgos y el equipo de trabajo se encarga de redactarlos y hacer de la publicación una acentuación particular para que genere interés y curiosidad en usuarios y lectores.

El otro caso es la Red de Bibliotecas de Salamanca, en España, el cual tiene desde programas de radio en los que invitan diversas personas del ámbito científico para difundir sus trabajos; también están asociadas con institutos y universidades, además de acciones como páginas web divulgativas, exposiciones temáticas, campañas de comunicación y actividades dirigidas a la divulgación medioambiental y a la sensibilización del público con el fin de alcanzar un modelo de desarrollo sostenible; ofertan actividades como talleres, sendas, visitas guiadas; realizan entrevistas y reportajes a los grupos de investigación más importantes de la comunidad; preparan eventos científicos y debates o conferencias de actualidad y establecen vías de intercambio entre los medios de comunicación y la comunidad científica.

Ambos ejemplos son coherentes con la vocación con la que las bibliotecas fueron creadas: difundir el conocimiento y hacer que este llegue a todas las personas. Las bibliotecas con el paso del tiempo se han ido transformando y adaptando a las necesidades sociales, es por ello que su rol la convierte en uno de los actores fundamentales en el entramado institucional de la comunicación científica y la investigación; buscan popularizar la ciencia y hacerla más accesible a todos. Si bien sabemos que la ciencia trabaja en temas muy complejos y específicos, el reto de las bibliotecas y en general de la divulgación es contar con dicha minucia qué está pasando con la ciencia en un lenguaje inclusivo y entendible.

Tratar de explicar la ciencia es importante para la sociedad, la economía y el desarrollo de los países y gran parte de la tarea que tienen las bibliotecas es contribuir a la formación no solo de lectores sino también de ciudadanos críticos, aquellos que inciden en recomponer el mundo social del que son parte. Entender la ciencia es comprender todo lo que nos configura como humanos; por ello las bibliotecas seguirán preservando el pasado para disponer todo el acervo que nos permita entendernos como sociedad y que, sin duda, servirá en acumular fuerzas para enfrentar el devenir.

 

 

Referencias bibliográficas

Raichvarg, D; JacqueS, J. Savants et ignorants. (1991). Une histoire de la vulgari - sation des sciences. Seuil.

Cortiñas,S. (2006). Historia de la divulgación científica. TK.

Guerrero, R. (2002). La divulgación científica en el siglo XX: de Wells a Gould. Science popularization in the 20th century: from Wells to Gould. Quark, (26), 1–6.